Mientras el conocimiento ordena las ideas y nos va marcando el paso, hay que recurrir a la intuición para entender cómo surgen y qué impulsa su animado trote, pero eso no impide que, por delante de intuición y conocimiento, abriendo la marcha, veamos a la imaginación correr destacada, volando al galope al mismo tiempo que huye con nuestra cabeza.
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