lunes, 7 de marzo de 2022

Son imágenes peligrosas

El pasado 4 de enero publicaba el diario israelí Haaretz una entrevista con el pintor David Reeb. Una de sus obras suscitó a fines del pasado año una gran controversia tras haber sido retirada de la exposición inaugural del Ramat Gan Museum. En protesta por la iniciativa censora del alcalde de este suburbio de Tel Aviv, sede de la nueva institución, los 25 artistas que exhibían sus obras junto a Reeb cubrieron primero sus cuadros con lienzos negros y posteriormente solicitaron la retirada de su propias obras. Se hicieron también eco de la protesta los museos de Tel Aviv, Haifa y Holon, que denunciaron y condenaron el hecho como un atentado a la libertad artística.
David Reeb es uno de los artistas israelíes más reconocidos, pero ciertamente no está alineado con las directrices del gobierno. Más bien lo contrario. Desde hace años se manifiesta en abierta oposición a la ocupación israelí de las tierras y bienes palestinos. Es un personaje tan relevante como incómodo. En la retirada de la obra, el alcalde de Ramat Gan no le ha ahorrado a Reeb las consabidas acusaciones de provocador antisemita y agente favorable a los intereses árabes. A él no parecen ya extrañarle estas acusaciones, pero ve claramente en la eliminación de su obra un paso decidido hacia la censura y una escalada para acallar cualquier muestra de disidencia frente a la política oficial del gobierno israelí.
La obra, compuesta por cuatro cuarteles, muestra en dos de ellos a un judío ultraortodoxo (un haredi) frente al Muro de las Lamentaciones o Muro occidental. Completan las dos imágenes simétricas de corte fotográfico sendas leyendas en las que puede leerse en hebreo Jerusalem de Oro y Jerusalem de Mierda. No es que a Reeb le haya sorprendido demasiado la agria respuesta de los sectores más beligerantes del conflicto. Con todo, encuentra ridículo tener que defenderse de la calificación de antisemita, habiendo nacido y vivido toda su vida como ciudadano israelí. En calidad de activista contestatario y promotor de iniciativas artísticas comunes entre palestinos e israelíes, todavía les resulta al parecer tolerable. No así cuando actúa desde plataformas oficiales, que entienden que deberían de quedar reservadas para quienes no cuestionan la política gubernamental. Dadas las circunstancias, no ha tenido problema en ofrecer al periódico una explicación sobre el origen de esta obra, para él curiosamente polémica.
Fue en 1997. Estuve trabajando mucho a partir de fotos de Miki Kratsman. Había fotografiado a un hombre haredi rezando en el Muro. Tal vez la obra fue una expresión de enojo por el hecho de que se estaba explotando la idea de que es importante que los judíos recen cerca del Muro para justificar la toma en posesión de la tierra en Jerusalén. Además, cuando era joven escuché la canción ‘Jerusalem of Gold’, e incluso entonces no me entusiasmaba tanto. Era parte del ritual de la victoria que servía a los intereses del poder. Y ese es el contexto de mi obra de arte.
La obra no va contra el ritual de las lamentaciones sino contra el carácter excluyente que la propia ciudad de Jerusalén ha ido adquiriendo como símbolo religioso. Por hacerse desde la perspectiva judía, la denuncia no es menos auténtica que cuando se formula desde la parte palestina, pero sí que sin duda refleja una nueva dimensión. Esta crítica continúa y se hace aún más explícitamente política en el siguiente párrafo de la entrevista:
Los haredim son parte de la poderosa mayoría. Las personas discriminadas en Israel son los palestinos y los trabajadores extranjeros. El judío haredi que reza en el Muro es parte del "nosotros" israelí. Es por él que derribaron el Barrio Mugrabi [junto al Muro Occidental]. Lo hicieron rápido, inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días, sin intentar llegar a ningún acuerdo. Esta es una crítica a nuestro derecho santificado a Jerusalén.
No sería justo por mi parte no mostrar algo más de la obra de Reeb para hacer valer así el interés que presenta en su doble faceta de artista gráfico y de genuino pintor, sin desdeñar su papel como militante pacifista. La primera de las dos mostradas aquí abajo parece hoy de rabiosa actualidad, la segunda da fe de la vocación colorista que en la intimidad inspira al artista.
Su obra completa se puede ver en https://www.davidreeb.com

Far but close, 2020
In the artist's studio,2000

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