martes, 31 de mayo de 2022

Final

Cada mañana, con el rumor de palabras medio dormidas, envío mi aliento hasta el mudo y frío espejo. A veces veo surgir del encuentro imágenes pastueñas junto a otras que arremeten y embisten; a veces me embarco por ahí en azarosos viajes, empujado mi foque por vientos alternos, de razón y desazón; a veces me veo enfático con la ilusión del dictador, del creador supremo, y luego, cuando miro mi obra, me avergüenzo; a veces me siento ante una puerta por la que salgo a la calle, donde capto voces imposibles y ahí reconozco que no soy quién para retenerlas; a veces el rumor que reverbera es un sordo zumbido, un soplo monocorde, un temblor que el espejo no tolera, una razón que lo quiebra y que me devuelve a la sombra, donde ya sólo trato de encontrar la esquiva luz del día. 

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