Dicen que levantar el ánimo es tontería, despertar la lucidez es tontería, atender a la intuición es tontería, ceder a la emoción es tontería... Por lo visto, para no pasar por tontos mayúsculos, deberíamos volver al nivel de sensibilidad más elemental, al que traen de fábrica los autómatas, prescindiendo sistemáticamente de todas esas sensaciones no regladas y confusas.
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