Lo único seguro es que quien busca lo seguro rehuye el curso natural, siempre tan inestable y sujeto a molestos cambios. Todos aceptamos el tiempo, porque es el cambio obligado, el cambio por el que nos vemos forzados a marchar. Aduciendo razones de seguridad, tratan algunos de no los saque de la ruta normal y no los meta por terrenos escabrosos y abruptos. Aunque vayan sin freno y cuesta abajo, piensan ellos que moviéndose en un continuo el mal siempre será menor. Entre suspiros van mirando, mientras tanto, hacia arriba, o sea al cielo, confiando que de ese modo el mal les resultará ilusorio y quizá hasta imperceptible. Bajando a trompicones, uno notaría, a medida que cae, los sucesivos golpes, pero en el continuo siente como si tranquilamente se deslizara. Lo cierto es que da igual cuál sea tu sensación de seguridad si tu destino final es el abismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario