El cielo es ese espacio vacío en el que siempre es posible alumbrar signos de esperanza. En él siempre podemos imaginar que nos espera una aurora esplendorosa o, mirando más lejos, una conjunción planetaria provechosa. Tenemos además a los pájaros por los mejores intérpretes de lo que el cielo nos reserva. Cantan mucho, suave y fino, pero no los entendemos aún, así que sus mensajes no nos llegan. No por eso hemos perdido la esperanza de descifrar su lenguaje y saber qué nos dice el cielo. Por este motivo la bien traída declaración con la que un grupo estadounidense se manifiesta representa un durísimo golpe a estas firmes y tradicionales convicciones. «Birds aren't real» reza su lema. Con él van haciendo campaña por campos y ciudades y, por su puesto, por las redes Para que el asunto no quede en una simple proclama de que los pájaros no existen y no parezca una tonta negación de lo evidente se añade que son drones manejados desde el gobierno estadounidense para espiar a a todo el mundo, y a sus ciudadanos los primeros.
Las ondas de esta pedrada conspiranoica han sido acogidas con entusiasmo, particularmente en las redes. Vivimos tiempos en que la gente parece necesitar este tipo de aseveraciones a contrapelo. «Nos engañan constantemente» es el argumento. A nadie parece asustarle demasiado prescindir de un plumazo de la realidad, quizá porque ya viene siendo poco obsequiosa y en ocasiones demasiado monstruosa. Infiltrarse y mostrar la vía de penetración a ese mundo de verdades turbias y angostas es lo mejor de este movimiento. Montar este loco experimento como parodia sangrante de los movimientos surgidos de esa inagotable fe en las más diversas formas de conspiración es lo más saludable que le ha ocurrido a la verdad desde hace mucho tiempo. Hay un el ambiente (hablo sobre todo de Estado Unidos) una fiebre milenarista que inspira las más peregrinas fantasías en desprecio de la realidad, que para muchos ha dejado de ser instrumento de contraste en orden a obtener verdades. Si tan poco importa la verdad, puede tras los pájaros necesitemos hacer caer con monumental estruendo todo lo demás, para que la gente, después de haber perdido pie y aterrizado en el duro suelo, reaccione y deje de delirar. Puede que rechazar a los pájaros sea visto por muchos como levar sus creencias a moverse en un absurdo, pero se trata de un absurdo que con muestras e informaciones más sutiles muchos deciden abrazar sin problemas. En la furgoneta con que Peter McIndoe recorre Estado Unidos para hacer campaña se puede leer Despierta de las mentiras. No cabe duda de que el movimiento podría haber prosperado como tal, pero su creador ha decidido darle a las mentiras en cuestión un giro irónico que ha sido saludado por le gente joven, tan seriamente presionada por las teorías más disparatadas, con una amplia sonrisa de complicidad.
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