Hace no mucho trataba de identificar y poner de relieve sentidos que permanecen inéditos en nuestro interior, esos que no radican en ningún órgano en contacto con el exterior. Se me ocurrió entonces que la intuición era un firme candidato al disputado puesto de sexto sentido. Hoy me viene a la mente otro poco reconocido, aunque bastante difundido, aunque con desigual suerte. Éste del que hablo consigue iluminar como ningún otro nuestros pasos. No me parece que aporte mayor certeza a los mismos, pero sí que los dota de cierta claridad; no lo veo como la antorcha que guía nuestro camino, pero al menos le imprime un tono algo alegre; tampoco creo que sirva para conocer más mundo, pero estoy seguro de que ayuda a enfrentarse con ventaja a él. Es por esto por lo que he decidido presentar como firme candidato a sexto sentido al inefable sentido del humor.
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