La Navidad trae este año una remesa más de sonrisas idiotas. Sorprende el toque siniestro con el que llegan esta vez acompañadas. Se les ve a ellos muy seguros detrás de sus armas. Falta, eso sí, la banda sonora, ese entrañable momento en que la familia ahí presente, unida bajo el árbol, entona Noche de paz, noche de amor. Seguro que a continuación salen confortados a la calle para disparar con su juguete unas ráfagas al enemigo, entre copa y copa. Y no pasa nada, nada más allá de unas risas si cae alguien. Ahí lo tienes al congresista republicano por Kentucky. Estos cualquier día acaban con los que estamos detrás de la cámara. Si por un casual agarran al tirador de las orejas, dirá que era sólo de prueba, para hacer puntería, y que, como el caído era un tipejo, no se ha perdido nada.
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