jueves, 10 de junio de 2021

Lejanía

Miro las noticias, tanto da si es en el periódico como si es en pantalla, y lo que me transmiten no es preocupación ni sorpresa, lo que me transmiten sobre todo es lejanía. Veo alejarse el mundo, porque lo veo expresarse de un modo cada vez más indescifrable. Las palabras han cambiado de sentido, las imágenes son equívocas y las personas que les dan soporte no son creíbles. Todo son personajes lidiando con un guion en el que apenas encajan. La sensación que tenemos como resultado es que presenciamos un espectáculo. Se trata de un espectáculo repetido y muy poco original por otra parte. El cuerpo nos pide salir de ahí, pero por delante tenemos un largo y penoso camino. De donde no no salimos, en ningún caso, es de esa sensación nuestra de lejanía. La lejanía nos ha puesto en camino, pero cualquier largo camino discurre de hecho entre dos lejanías: una que refleja nuestra íntima aspiración y la otra que, a la contra, marca nuestra renuncia. A todos nos gustaría, tras haber alcanzado la primera, ser capaces de volver la vista sin miedo a la segunda, a esa contralejanía que dejamos atrás. Y digo sin miedo porque es frecuente que se produzca ahí una curiosa mudanza: la renuncia, la salida, la huida viene a convertirse desde la lejanía recién ganada en una pérdida. Esa pérdida inminente nos hace ver el mundo que dejamos de otro modo. El mundo es ahora un teatrillo cuyos personajillos tan pronto nos devuelven el humor como nos llenan de lástima. Todo pasa a ser pequeño, por momentos tan entrañable como un juguete. Mientras leo el periódico, veo salir a mi lado al niño que fui, corriendo tras el mundo que escapa dando botes como una pelota.

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