Cumplir años no es desde luego cumplir una obligación, es simplemente dar por cerrado el ciclo anual y entrar en otro nuevo. En el caso de los años el cumplimiento nos es ajeno, porque no se trata de un ejercicio voluntario. En realidad no es cosa nuestra, es asunto de los astros, quizá el único asunto suyo que verdaderamente incide en nuestra vida de forma clara y podría decirse también que bien contundente. Sin embargo, nos hace ilusión creer que desde aquí abajo gobernamos nuestra edad, que los años tienen un valor menos cronométrico del que parece y que el interés astral, o sea esa disposición de los astros a tutelar nuestra órbita, acelera o decelera la velocidad con la que acabamos por cumplir nuestros ciclos. Y así, aunque la realidad del calendario diga que tenemos x años, si los astros nos son favorables, puede que nos sintamos como con x-20, mientras que, si estos nos son funestos, podríamos estar soportando ya los x+20. Vale, pues, el dicho que dice «de ilusión también se vive». Y añado «o se malvive».
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