Ando un poco perdido en el mundo actual. Es como si me faltaran referencias recientes, casi todas las que manejo son ya bastante añejas. No es de extrañar que lo que pueda decir, por activa y por pasiva, de palabra o por escrito, en vez de interesar, suene a humo, humo que veo elevarse en retorcidas volutas, humo que una simple ráfaga temporal se lleva. Oigo al tipo ése, al Tangana, por decir uno, y me deja igual, o sea frío. Veo en la tele, en pequeñas tomas, las ocurrencias acrobáticas de la última compañía de ballet contemporáneo y no me dice nada. Con las historias audiovisuales que dan, de Netflix y tal, me pasa un poco lo mismo, o no las pillo o no me interesan. Quedaría como un pedante redomado si digo que me interesa más El Criticón de Gracián, pero no hay problema por ese lado, no es verdad. Lo que pasa es que son pocas las cosas que me sacan de mí, que me conmueven, que me avisan de que un mundo ahí fuera espera. Porque aún me espera, o eso espero al menos...
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