Los manuales de texto no lo dicen, pero en realidad los titulares de prensa más que resumir y resaltar lo importante distraen si no encubren lo que interesa conocer. Entiendo que lo que interesa es siempre algo subjetivo y que la opción de ofrecer un titular puede parecer una solución objetiva, pues se presume elegida atendiendo a un interés superior. Ahora bien, siempre nos queda la duda de a quién responde ese interés: si al público medio, al lector fiel o tan sólo refleja el interés del editor. Lo cierto es que, en la prensa de hoy en día, gracias a esos titulares que actúan como pantallas, vemos cómo se contrapone lo que algunos deseamos saber para estar al tanto de los hechos y lo que a «alguien» le interesa que se sepa sobre las causas presuntas. Con ese truco, con esa zafia metodología, pasamos en un suspiro de tener información abierta a nuestra valoración a recibir directrices informativas.
Un ejemplo bien actual: la misma noticia en los órganos de prensa A y B. Mientras A opta por titular «M destituye a N», B insinúa en el suyo que «M destituye a N para calmar a R». Como bien se ve, la intención que queda en B bien verificada es pasar por la noticia para descalificar a M atribuyéndole la intención, no verificada, de que desea auxiliar a R, trato que este órgano entiende que no merece, ni de M ni de nadie. La noticia permite, pues, crear opinión a base de sacudir estopa a M por rendirse a la estrategia de R, del que se supone que se hace tontamente el malherido. Demasiados sobreentendidos arrastra este titular para dar cuenta de una noticia que es sumamente simple: ha habido una destitución. Sobre las razones que para ello haya tenido M, más valdría llevarlas a un párrafo especulativo, pero obviamente en la sección de opinión.
Pues bien, con esas triquiñuelas andan a día de hoy algunos. Y eso sí que es noticia, y bien mala. Sobre todo ahora que la información válida se cotiza al alza y debemos guiarnos por titulares. Si añadimos a esto la creciente alergia a los textos y la ventaja con que compiten las imágenes, el efecto general, que es también dramático, es que a través de los medios de comunicación podemos ser fácil y llanamente dirigidos.
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