Algo deberías sospechar de esa cofradía que secretamente te seduce, cuando para entrar en sus salones intrigantes y acogerte a su encastillada normalidad se te exige más tibieza en las ideas que tienen por dudosas, disimulo de esas formas tuyas manifiestamente delatoras y, en resumen, un falseamiento paulatino de todo lo que te distinguiría entre ellos.
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