Una cosa es ser competente y otra muy distinta estar dispuesto a competir. De la competencia podemos ver surgir dos espíritus que a su vez compiten para mostrar su predominio. El uno da vida a un impecable conocedor y el otro a un indomable luchador. En realidad nadie es lo bastante competente como para lograr conciliar pericia y potencia, pero, si nos fiamos del refrán para vaticinar un desenlace, lo más probable es que gane la maña frente a la fuerza.
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