Parece una cosa tonta, pero piensa detenidamente en esto: Hagas lo que hagas, por mucho que te empeñes en desentrañar el truco, que aparezca el huevo frito con su orla blanca de puntillas es potestad del propio huevo, no depende de ti, aunque tengas la arrogancia de presentar tal eventualidad como suprema obra gastronómica y a ti mismo como maestro puntillero. Hay cosas que van por su lado, que parecen y son así de tontas. Claro que hasta de lo tonto, si es de comer, hay quien hace llamativa ciencia.
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