Tras abjurar del viejo equilibrio y dejarlo atrás, ¿qué nos espera? ¿otro equilibrio o el caos? Convendría dejarlo claro: nunca estuvimos en un equilibrio arcádico y nadie sabe qué secreto formal guarda el caos. De modo que estaremos en el caos mientras no fijemos parámetros respecto a los cuales podamos justificar formalmente que hemos alcanzado un nuevo equilibrio. El caos es transición, gestación, reordenación. En todo caso, lo que parece seguro es que, mientras el recuerdo ilusionado del equilibrio anterior permanezca, el nuevo se nos antojará precario.
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