sábado, 28 de agosto de 2021

Oradores de urgencia

Con una sonrisa de circunstancias se avino cuando desde la presidencia prácticamente se le conminó, como invitado de honor, a dirigirse al alumnado. Al oír de su presencia, numeroso público se había congregado en el paraninfo. Mientras él avanzaba vacilante por el pasillo central, todo el mundo se mantenía en sus asientos expectante y dispuesto a entregarse. Una vez frente al atril, en cuyo frontal se leía Tools for prompting to sudden speak y, en tipo menor XXXIII Curso sobre estrategias orales de emergencia, pronunció este escueto, brillante y esclarecedor discurso: «Estimados alumnos, quisiera aprovechar esta repentina petición de nuestros organizadores para remarcar algunos de los principios básicos por los que el orador debe guiarse en caso de emergencia. Empiezo por subrayar: en cualquier circunstancia hay dos directrices de la mayor importancia que cualquiera de nosotros debería de tener muy en cuenta, al punto de interiorizarlas como auténticas reglas de oro. Lo más chocante de todo es que de la primera nadie habla y la segunda todos sin excepción tienden a menospreciarla y olvidarla. Comprenderéis que en el caso de la primera no debo ser yo quien la haga pública, pues no se me ha autorizado a ello, y en el caso de la segunda, que siempre he considerado y mantenido como mi divisa personal, perdonad, pero ahora mismo se me ha ido el santo al cielo y no la retengo. Confirmo, de todos modos, no sólo su enorme importancia, sino que son dos y que además son directrices que nos conciernen muy directamente y deberían servirnos de permanente guía en la profesión. Convendría, vuelvo a insistir, que como oradores improvisados tuviéramos estas dos sencillas reglas en todo momento presentes. Como creo que ha quedado suficientemente claro y no quisiera aburrir repitiendo trivialidades, eso es todo. Espero que esta alocución, en la que he intentado además ser breve, os haya sido útil y que humildemente pueda servir como oportuno colofón a este interesantísimo curso». Ovación cerrada, clamorosa; algunos aullidos y tímidos pitos.

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