A la hora de elucubrar, manejo puntos de partida que dan lugar a enfoques muy distintos y crean la ilusión del debate, aunque todo quede a nivel personal, mientras que el punto de llegada es, por el contrario, casi siempre el mismo. ¿Acaso debería uno esperar otra cosa cuando de quien todo parte y a quien todo remite, cerrando así el círculo de todo el devaneo, es uno mismo?
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