Vas y te encuentras frente a alguien que te dice muy convencido que obra así porque es lo acorde con su filosofía. ¿Y qué puedes pensar tú que quiere decir con eso o, mejor dicho, qué piensas tú que él piensa? Él cree probablemente que todos (tú entre ellos) pensarán que con ese importante bagaje es persona de principios, y muy firmes seguro. Sin embargo, convendría que no te dejaras impresionar tan fácilmente y apuntaras en otra dirección. En vez de en sus principios, sería mucho mejor que pensaras en sus intenciones. Buenas o malas, lo más probable es que esa filosofía propia sólo sea una burda maniobra para actuar a su antojo y tratar de encubrirlas. Si lo mira uno bien, estamos sin duda ante el punto más bajo al que se puede llegar invocando a la muy reverenciada filosofía. Además, cuando lo mira mejor, descubre que ese punto no es sino un centro de reunión donde, por parte de gente oportunista, se compran y venden estrategias de intervención social (generalmente comerciales o políticas) más o menos efectivas, pero siempre al precio de profundas ocurrencias filosóficas.
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