Retórica barata es decir «pues mira, yo me atrevo a decir que» para apagar así su ardiente deseo de decirlo.
Retórica evasiva es contar «cualquiera os podría contar que» para que no ser tomado por un cuentista cualquiera.
Retórica capciosa es confesar «escúchame, porque te tengo que confesar que» para intentar hacer al otro confesar.
Retórica pretenciosa es afirmar «ahora estoy en condiciones de afirmar que» para disimular que nada se piensa afirmar.
Retórica extravagante es declarar «la verdad me obliga a declarar que» para acabar por declarar que no le vale la verdad.
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