lunes, 8 de noviembre de 2021

Filántropos y visionarios

Escribía Douglas Adams, hace ya más de 40 años, en uno de los capítulos de su serie radiofónica La guía del autoestopista galáctico, en clave de ciencia ficción, lo siguiente: «Y para todos los mercaderes más ricos y prósperos, la vida se hizo bastante aburrida y mezquina y empezaron a imaginar que, en consecuencia, la culpa era de los mundos en que se habían establecido; ninguno de ellos era plenamente satisfactorio. O el clima no era lo bastante adecuado en la última parte de la tarde, o el día duraba media hora de más, o el mar tenía precisamente el matiz rosa incorrecto. Y así se crearon las condiciones para una nueva y asombrosa industria especializada: la construcción por encargo de planetas de lujo». Ahora que entre los prebostes que dirigen grandes corporaciones se coquetea con la idea del turismo y las colonizaciones espaciales y que nuestro planeta va camino de la ruina según nos cuentan en Glasgow, aquellas palabras, presentadas entonces como ficción futurista, suenan hoy como premonitorias.

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